Un espacio propio

un espacio abierto

PRESENTACIÓN DE UN ESPACIO PROPIO EDITORIAL LA HORA DEL CUENTO

En Buenos Aires, 7 de agosto de 2021

¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! A todos y todas los que estuvieron acompañándome en este encuentro. Gracias a mis hijas que organizaron la reunión.

Alguien dijo que te puede pasar algo peor que decir “no me gusta esto que escribí”, que es decir “qué bueno esto que escribí” y luego darse cuenta que no le gusta a nadie. Escribir y editar es un riesgo, es un mostrarse, es exponerse. Sin embargo, por qué no correr ese riesgo a los 65 años. En medio de tantos buenos escritores y escritoras, con humildad, pero con decisión, la pandemia, el encierro del 2020 me llevó a esta tarea de recopilar relatos cortos cuyos personajes y acontecimientos transcurren en el barrio de Mataderos, mi barrio, el espacio pequeño donde vivo, transito este tiempo.

Rainer María Rilke, poeta austríaco, (1875-1926) dice en Carta a un joven poeta, “…¿debo escribir?…sálvese de los motivos generales yendo hacia aquellos que su propia vida cotidiana le ofrece, diga tristezas y deseos, los pensamientos que van pasando y su fe en alguna forma de belleza…Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese usted; dígase que no es bastante poeta para suscitar sus riquezas.” Amo y siempre amé mi vida cotidiana, mis rutinas, mis rituales mis ceremonias.  

Por ello lo diario me interpela, lo que pasa a mi lado, cada día y vuelve a pasar, lo común, “lo infraordinario” dice Georges Perec en Aproximaciones a qué, “Interrogar lo habitual…¿dónde está nuestra vida?¿Dónde está nuestro cuerpo? ¿Dónde está nuestro espacio? …Quizá se trate de fundar, finalmente, nuestra propia antropología:  la que va a hablar de nosotros, la que va a buscar en nosotros lo que durante tanto tiempo les hemos copiado a otros. Ya no lo exótico, sino lo endótico.”

Un espacio propio es un inventario, postales de personajes y acontecimientos, es sencillamente un conjunto de detalles para leer y compartir, como esas meriendas de verano en la plaza cuando éramos niños.

Luego de un video que recorre el barrio, compartimos un relato del libro y finalizamos con un ejercicio de escritura Mi espacio propio. Leemos algunos.

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Ejercicio de escritura

  1. Elegir un espacio: mi jardín.
  2. Elegir tres objetos a la vista: maceta, pincel y vela.
  3. Oraciones con cada objeto:
    a) Sentimiento: “Siembro mi esperanza en la maceta.”
    b) Pregunta: “¿Porqué me intimida tanto el pincel?
    c) Deseo: “Deseo que la vela me de luz toda la noche.”

    Añadir los conectores: sin embargo – a pesar de ello.
    Y al final añadir frase: guardo este relato aquí en __ porque éste es mi espacio propio.
    Resultado final:
    “Siembro mi esperanza en la maceta, sin embargo ¿porqué me intimida tanto el pincel? A pesar de ello, deseo que la vela me de luz toda la noche.
    Guardo este relato aquí en mí jardín porque éste es mi espacio propio.”

    REME

Amig@s de la escritora nos mandaron:

Mi estuche contiene entre otras cosas mis frustraciones. Obviamente son solo perceptibles para mí. Se encuentran ahí justo entre el alicate y los hisopos que tengo para los viajes que ya no hago tanto. Entre las colitas de pelo y la pinza de depilar. Se mezclan con la crema que uso para la alergia, y la pomadita para mis labios que se paspan durante el invierno por el frío y sequedad y durante el verano por el sol. A veces están más a la vista y otras veces parecieran esconderse y olvidarme de ellas. Pero sé que están ahí. Los esmaltes de uña que no uso, las pupas que nunca me compré, los productos Revlon que escucho en conversaciones de mujeres que nunca tendré. Rubores, delineadores, correctores de ojeras, bases, rímel, todos ellos con su ausencia me muestran a diario lo coqueta que no soy, lo arreglada que me cuesta ser, la trasparencia que no siempre quiero mostrar.
Sin embargo, ¿Por qué me acompaña mi botella de agua? Porque me recuerda también a diario que la cara lavada respondió durante años a mi vida asociada al deporte, a la actividad física donde estar maquillada es poco práctico y hasta molesto. Me trae al presente el tiempo que resto frente al espejo, y gano jugando con mi hijo y mi hija, o disfrutando de un mate tranquila en la soledad de la mañana. Me recuerda también que elegí mantenerme fresca, natural, o por lo menos encuadra en mi lógica donde lo simple vence a lo sofisticado. Lo de “antes muerta que sencilla” siempre me resultó una exageración.
A pesar de ello, quisiera tener más lejos, sus ring ring y sus tin tin que resuenan en mi cabeza cada vez que lo veo. Guardo este relato aquí en mi cajón de las bombachas porque este es mi espacio propio donde me encuentro.
MARIA LIDIA

Lugar: bolsa
Objetos: bolsa, papel, pava.
Si me viera en el espejo tal vez me diría algo.
Sin embargo… ¿es mío ese papel brillante?
Quiero que mi pava me acompañe… glu-glu.

Guardo este relato aquí en la bolsa porque éste es mi espacio propio, porque caminamos juntas por la calle.
ALICIA

La vida cotidiana pasa por la mesa, allí esta el amor y los amores.    Sin embargo…Hay platos llenos?… Y si es así, llenos de que?          A pesar de ello deseo un gran mantel que pronto nos cobije y la casa se llene de ruidos, música y alegría.         Guardo este relato aquí, en la cocina, porque este es el espacio, es mi espacio propio.
MARIA ROSA

BEGOÑA

LAURA