Estoy atrapando imágenes, mirando con atención, despertando los ojos, teniendo en cuenta mi alrededor, percibiendo con todos los sentidos. Solo eso, no es poco.
Desde Puelo, comarca andina, Chubut
Imagen 1: Melí duerme enroscada en el respaldar del sillón viejo. Mantas y almohadones ocupan el espacio. Cada tanto se despereza, bosteza y sigue durmiendo. La penumbra de la tarde la confunde con el cobertor tejido por la abuela. Nada la inmuta. Su pelaje es tricolor. El abuelo se sienta a su lado a ver su serie favorita. Melí abre los ojos y los vuelve a cerrar. Conoce los secretos de esta casa. Me conmueve su impertinente pachorra.
Imagen 2: Por la ventana sin rejas con blancas cortinas enroscadas se observa el Currumahuida. El cielo está limpio y el Curru se levante grandioso. No hay viento, extraño, todo quieto. Del lado de adentro una multitud de plantas salpican la visión, son begonia, ficus, calatea, un potente aloe vera, la boina vasca y la lengua de suegra, el pothos las protege. Ahora y aquí me asombra el juego de la luz del sol a través del cristal.
Imagen 3: En la cocina hay una guerra de cacharros, cuelgan de ganchos tazas desiguales de tamaños y colores, sartenes, coladores y ollas. Por la derecha tarros y tarritos, sal, pimienta orégano, condimentos y semillas. Por la izquierda tés, de boldo, manzanilla, cedrón, menta, la antigua tetera de florcitas rococó, la vieja radio Spica, la agarradera tejida por la tía Claudia, la foto de los cinco hermanos. Me perturba el desorden y me entusiasma al mismo tiempo. En la mesada pava cafetera canasta con vaya a saber qué, mates yerbera y el porta utensilios que desborda con cucharón, espumaderas, cucharas de madera, cada una con su prosapia, espátulas, pinzas, cuchillas. Hay olores y sabores en esta cocina. Hay guisos y sopas y carnes y verduras, pastas y arroz. Hay risas y lágrimas. Hay mucho más.
