DÍAS DE ENCUENTRO

No sé bien qué sucedió, ni cuándo es que comenzó este tiempo de distancia. Tal vez fue con los celulares. Dejamos de oírnos las voces por teléfono, era más práctico el grupo de uasap, dejar mensajes o audios, enviar dibujitos, a cuál más gracioso, te lo copio, nos decíamos. Las redes sociales me comunicaban con el mundo, pero no con mis amigas más cercanas. Con Silvina, que conocía desde tercer grado, con Amelia con la que fuimos a la plaza y a las marchas tantos años, con Titi, mi modista, desde que Adela tomó la comunión, con Raquel que compartíamos peluquera y pedicura desde hacía treinta años y con Sonia la de la vuelta, que curaba el empacho la culebrilla la ojeadura. Nos juntábamos a bordar los lunes, a jugar a la escoba y al chichón los jueves. Ya todas jubiladas, viudas, divorciadas, solteras, cada una con su etiqueta, habíamos cultivado una amistad sólida. Los días de encuentro además de la charla banal, nos pasábamos recetas, compartíamos anécdotas de los nietos y las nietas, chusmeábamos del barrio, Silvina era la lectora y nos contaba historias, Amelia la que conocía de política y nos informaba, Titi nos enseñaba a tejer, Raquel sabía mucho de cosmética, nos ponía los rulos, nos arreglaba las uñas, nos regalaba muestras de cremas, nunca supimos de dónde las sacaba. Sonia nos traía bálsamos, esencias para dormir, sahumerios naturales, jabones y todas esas chucherías. Y yo, bien, yo cocinaba, las esperaba en casa, era la más grande y cómoda, fresca en verano y cálida en invierno, con esa chimenea que Pablo me dejaba encendida los lunes o los jueves. Cocinaba digo, postres, tartas, masitas, budines, empanadas o las sorprendía con golosinas o bandeja completa de frutos secos, con té, café o chocolate, nunca mate y algunas veces con un rico licor de mandarina que fabricaba Pablo. Vivíamos cerca, todas iban y venían caminando. Muchos años compartimos esa rutina hasta que comenzaron los ausentes con aviso. Un día, no sé cuál, fue el primero, luego siguieron otros, otros compromisos, otras citas, que turnos médicos, que los hijos, las hijas, los nietos, las nietas, el perro el gato, el canario. Cuando nos quisimos dar cuenta ya no nos reuníamos más, el celular fue nuestro espacio de reunión. Pero cuándo nos vemos, preguntó Titi. Después del 10, un día de estos, respondió Silvina. Pronto, pero no muy cerca de las fiestas, estamos muy ocupadas, cualquier día, agregó Amelia. Sonia no podía más que los fines de semana, Raquel, no contestó y yo, yo salía poco y después de todo me quedé pensando que cualquier día es ningún día y un día de estos es nunca.