¿Por qué se suicidó después de un desayuno perfecto?

Algún día la muerte nos tomará de la mano. Pero hasta el día en que nos atrape nos veremos libres de ella”. Yo pensaba así. Me parecía un razonamiento lógico. La vida está en la orilla; la muerte, en la otra. Nosotros estamos aquí, y no allí.

Tokio blues- Haruki Murakami

Este no fue un suicidio honorable como el suicidio ritual de los samuráis o un vuelo kamikaze o una carga banzai. Este fue un suicidio cotidiano. Ella meditó cada paso y eligió el método: ¿Saltaría a las vías del tren? No. ¿Se arrojaría de un décimo piso? No. ¿Se colgaría en el sótano o en el bosque Aokigahara, el lugar perfecto para morir? No. ¿Tal vez una sobredosis? Tampoco. Ella morirá como “se quiere”. Mejor era el gas venenoso sulfuro de hidrógeno.

¿Será tolerada? Seguramente. ¿Su acción es moralmente responsable? ¿Su acción será repudiada? No es un pecado.

Cuando la policía investigue su muerte hablarán con su terapeuta del centro de acogida y ella dirá que estaba deprimida con decepción y hastío. Su vecina confesará que sabía que tenía un amor oculto. Su amiga Mariko jurará que no sabía nada, pero narrará los tristes episodios de su infancia que ella por vergüenza ocultaba. El pescador del mercado de Tsukiji, que la vio por última vez, la llorará en silencio y no declarará. Takashi durante dos horas atestiguará que solo había silencio entre los dos, distancia lejanía, que pronto haría un viaje con Hiro pero sin ella. La nota de disculpas sobre la mesa volará cuando abran la puerta, nadie la hallará. ¿Por qué se suicidó después de un desayuno perfecto? Nunca lo sabremos. Su muerte fea será olvidada. No habrá rituales budistas en su funeral, todo el ceremonial es muy costoso. Su cuerpo será incinerado. Quizá Mariko queme incienso y le lleve una flor abierta. Se convertirá en yurei. Tan solo pasará a formar parte de las estadísticas. Será un día de sol.

Gracias Alejandra Kamiya